Cómo ha evolucionado el uso de la RFID
La RFID es una combinación de radar y transmisión radial que ha evolucionado en complejidad y alcance desde sus inicios en los años 40. Su creación se atribuye al físico ruso Leon Theremin, sin embargo, los verdaderos inicios de esta tecnología se remontan a la década de los 20, con el desarrollo del radar en los Estados Unidos.
Comunicación y primeros avances
Los primeros usos de la RFID fueron directamente derivados del radar. Entre los años 1930 y 1940, el uso de esta tecnología fue ampliamente explotada en actividades bélicas, siendo un instrumento crucial en ejércitos a lo largo de la Segunda Guerra Mundial. Durante el mismo periodo, se comenzaron a desarrollar los primeros intentos de refinamiento de esta tecnología, y para 1950, los primeros trabajos sobre su uso como herramienta de comunicación fueron publicados.
Primeras aplicaciones comerciales
Fue en las décadas de los 60 y 70 que la RFID tuvo su auge más prominente. Durante esta fase, los inventores de radiofrecuencia buscaron por primera vez integrar la tecnología a mercados que fueran más allá de la milicia. Compañías como Sensormatic y Checkpoint desarrollaron sistemas de monitoreo y vigilancia para consumo comercial.
A partir de 1970, diversas compañías y laboratorios privados comenzaron a realizar investigaciones y estudios sobre nuevos potenciales para el uso de a RFID, incluyendo su utilización para tareas de rastreo y automatización en manufacturas.
De uso común
Entrado en la década de los 80, la tecnología de la RFID se instaló de forma completa a través de una clara expansión comercial. Su uso ya no estaba limitado y logró hacer su entrada en sectores como sistemas de transportación, aplicaciones de negocios y hasta rastreo de animales en zonas naturales y protegidas.
Las primeras normativas estandarizadas nacen para el año 1990 y el consumo de la radio frecuencia se vuelve de uso común, entre usuarios de todo tipo y diversas escalas comerciales.
En la actualidad, esta tecnología sigue en alta demanda, a través de nuevas versiones miniaturizadas, como los chips y otras implementaciones ligeras. Sus costos de producción continúan a la baja y, a pesar de contar con nuevos competidores tecnológicos y disruptivos, la realidad es que la RFID conserva su potencial de adaptación.